La ciberseguridad ha comenzado a colarse … (sobre
todo, en los juzgados). Las recientes campañas de ciberataques -cuantiosas, tanto en número de objetivos alcanzados,
cuanto de usuarios afectados- han
supuesto, particularmente en el mundo corporativo, la revelación de millones de
datos, de similar número de clientes. La consecuencia inmediata ha sido la
proliferación de demandas, ante los juzgados, a las organizaciones involucradas.
Ello, por encima de cualquier otra causa, ha constituido la llamada de atención
más eficaz para los consejos de administración y sus pobladores.
Las duras lecciones que se han visto obligadas a
aprender las empresas en los dos últimos años, llegan también a las
administraciones. Estados y gobiernos muestran, ahora, sus dotes
interpretativas sobre un nuevo escenario
-el ciberespacio-, cuya
viabilidad técnica dependerá de la estructura de coordinación política que aquellos
le apliquen en los próximos años. Vinton Cerf, uno de los mayores, y primeros,
contribuyentes a “la cosa”, ha advertido recientemente sobre los peligros de una
hipotética fragmentación.
A falta de que se materialicen dichos riesgos, hoy los
peligros son otros: el elemento ciberespacio ofrece un nuevo contexto -el quinto tras la tierra, el mar, el aire y
el espacio- para la confrontación. Una
confrontación asimétrica, que se desarrolla en el único campo de batalla donde
tienen cabida ejércitos de un solo hombre. Circunstancia ésta que no les resta
capacidad de poner en riesgo cuanta actividad alcance un mínimo grado de
dependencia tecnológica. Los ferrocarriles británicos, en pleno proceso de
digitalización, son un buen ejemplo de ello. La Industria digitalizada (4.0)
que está por llegar, lo será aún más.
Sobre los ciberriesgos y la forma de abordarlos nos
ofrece su perspectiva la firma de servicios profesionales The Boston Consulting
Group. No obstante, conviene reivindicar que sólo uno de cada tres
ciberincidentes tiene su origen en un [ciber]ataque. Las dos terceras partes
restantes tienen como punto de ignición la negligencia (voluntaria, o no) de
los usuarios, o el mal funcionamiento de los sistemas de información
[respectivamente, de operación]. ¡Bien lo saben en TARGET!
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