Fue el pasado 23 de septiembre y quisiera decirle, con
toda humildad, que ¡estaba cantado! Sí, le comprendo; está Ud. pensando que “a
toro pasado” es muy fácil dárselas de adivino; pero, permítame que me explique
…
Naturalmente, me refiero a la dimisión del que, hasta
ese momento, era el directivo mejor pagado de la industria alemana, Martin
Winterkorn, al frente del conglomerado industrial Volkswagen; y me refiero a la
relevancia que lo “ciber” -una
“insignificante” pieza de software,
en este caso- ha tenido en dicha dimisión,
de la cual tuvimos noticia ese día.
Y es que este desenlace tenía que llegar en un sector
como el nuestro: la industria tradicional. Ya lo habíamos visto muchas veces,
con anterioridad en otros sectores (aviación comercial, banca, gran
distribución, entretenimiento, sanidad, …). Más tarde o más temprano, algún
presidente de alguna empresa de fabricación industrial tenía que verse en esa
coyuntura; máxime con la creciente significación que está adquiriendo el
software en la industria de hoy -y en la
de mañana, que se está fraguando hoy-.
Lamento tener que decir que, desde 2004, año en que
conocimos el primer caso, veníamos avisando. De ahí nuestras dotes
adivinatorias.
Un panorama corporativo como el que estamos
describiendo en estas últimas semanas, bien merece que en los consejos de
administración se empiecen a adoptar algunas medidas. En la edición de hoy les
ofrecemos siete interesantes consejos.
No obstante, quizás el primero de ellos habría de ser
“¡Tómese el serio la tecnología y su papel al frente de ella, amigo
consejero!”. La realidad, tozuda, nos ha enseñado que le va el puesto en ella
[en el uso y aplicación que, en su organización, se haga de tecnología].
En el caso Winterkorn estamos ante quienes no han
sabido calcular -o han errado al
hacerlo- las consecuencias que podían
tener determinadas decisiones sobre esa aplicación y uso de la tecnología -algunos llamamos a esto un ejercicio de
gobierno tecnológico- en alguna de las
actividades de su empresa. Sobre todo cuando esa actividad, presumiblemente, es
fraudulenta. Naturalmente, otra posibilidad, que es la que ha defendido
Winterkorn en su mensaje de dimisión, es que quienes estaban al frente de
Volskwagen no supiesen nada del ahora famoso software, ni de su uso. Si esto
fuera verdaderamente cierto, nos sobrecogeríamos aún más.
El ciberriesgo no siempre está en el ordenador, ni
siquiera en lo “ciber”. Por ese motivo, siempre será saludable conocer las
miserias (problemas) ajenas y compartir las propias. Éste bien podría ser un
nuevo buen consejo -el noveno de
hoy- como ya propusiera la
Administración Clinton hace más de tres lustros. A los nuevos miembros del
capítulo andaluz de la AEI CiberSeguridad no hace falta dárselo; conocen el
significado de compartir y por eso se han unido.
Por último, les ofrecemos una provocadora reflexión
sobre cuánto hay de industria e, incluso, de Internet, en la Internet
Industrial de las Cosas (IIoT).
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